…una coincidencia mayor entre filósofos y psicólogos: el arte, como recurso de compensación, para un individuo que padece las limitaciones culturales de su entorno. Es “la fuga” de los existencialistas o la sublimación de los freudianos. Se trata de revestir de cadencia estética a la vida, refugiándose en las letras, la pintura, la música…
A veces no alcanza, como en aquella noche definitiva de Hemingway…
Nótese que, para Freud, la “salida”, en la forma radical de Hemingway, es ceder a la pulsión de retorno a “la nada”, inmóvil, a “la nada original”, en efecto… Desde esa perspectiva, el arte sería algo así como el antepenúltimo andén de vida; la forma creativa que nos separa de la Indiferencia, ya casi exánime, y, en última instancia, de la agresión final contra nosotros mismos…
Pero también hay otro modelo de artista. Camus lo resume así: “Se trata de morir irreconciliado y no de buena gana” (y así “se fue”, sin querer, distanciado de moros argelinos y de cristianos franceses…)
En fin… Yo creo en esos héroes que son capaces de llevar un mundo singular en los hombros y detenerse a escuchar una canción.
Y hasta dos.
Fuente: Roberto Barbery Anaya.