Mensaje a la comunidad cristiana

No estando libres de pecado se pelean para tirar todas la piedras que encuentran y después de lapidar al que tropezó esconden las manos y ponen cara de desentendidos.

El dedo extraviado con que alimentan sus aviesos comentarios no es moralmente peor que el dedo infame con el que señalan la astilla en el ojo ajeno. El primero es producto de lo fortuito y lo segundo de la voluntad.

No se olviden que las redes sociales no solo sirven para señalar sino también para descubrirse y dejar a cielo abierto ese morbo y esas bajas pasiones que quedaran registradas en los servidores de Zuckerberg y en las retinas de todos.



Alfredo Leigue