Los ministros-porristas y asesores de megáfono que le calientan la oreja a Luis Arce le han dicho que él es el gran ganador de la batalla por el censo, que esos cobardes policías, los pandilleros encapuchados y los grupos de choque dirigidos por funcionarios públicos, han conseguido doblegar a los cruceños, que no volverán a molestarlo nunca más, no importa lo que haga el gobierno.
Luis Arce era el títere de Evo Morales y ha pasado a convertirse en el juguete de un grupo de sujetos de la peor calaña que lo empujan a mentir, a cometer todo tipo de errores y sobre todo, a fabricar conflictos, convencidos de que la popularidad que todavía conserva o el hecho de que muchos lo consideran como el mal menor, va a impedir que la situación pueda desbordarse como sucedió en 2019. A Evo le dijeron que era el jefe supremo, el único, el insuperable, el que tenía carta blanca para hacer lo que fuera en Bolivia y ya sabemos cuáles fueron las consecuencias de ese engaño.
Como se siente el gran ganador, Arce fija para el 2024 el censo de población y firma un decreto lleno de mentiras y trampas que no harán más que multiplicar el malestar y sembrar de piedras su propio camino a la reelección, el único interés que lo mueve, pues lo han convencido de que más que Evo, es el redentor del MAS, el caudillo blindado inmune al fraude y a la ira popular.
Quiere hacer el censo un sábado, un día totalmente contraproducente, especialmente en Bolivia, donde una gran porción de la población aprovecha para sus actividades comerciales. Dice que va a tener listos los resultados preliminares en tiempo récord, lo suficiente como para distribuir los recursos de coparticipación tributaria. Cree que la plata es lo que más interesa a la gente y si así fuera, la constitución exige que el nuevo reparto se haga en función de los datos finales.
Ignora lo más importante, la motivación que provocó el paro cívico. La población quiere recuperar la democracia que está secuestrada por las leyes creadas por el MAS para distorsionar el voto ciudadano y generar un fraude automático y permanente a favor del régimen actual. Necesitamos el censo para saber cuántos somos y en función de eso restablecer el principio “un ciudadano un voto” y asegurar una representatividad equitativa en cualquier punto del territorio nacional, de tal manera que ya no existan más bolivianos de primera y de segunda, unos con representación sobrevaluada y otros que prácticamente no gravitan en el quehacer público.
Por último, la ciudadanía ya no quiere más fraude y con la fórmula censal que propone Arce, el padrón inflado que tiene más de un millón y medio de votantes fantasmas quedará intacto para asegurarle al MAS una victoria mentirosa el 2025. Además, el INE no tiene cartografía, lo ha admitido estúpidamente el propio Arce, de tal manera que los resultados del censo de 2025 serán una completa fantasía sin sentido. El presidente insulta la inteligencia de los bolivianos, la provoca y simplemente está preparando el terreno para un escenario de conflictividad sin precedentes. ppDrtv
Fuente: Eduardo Bowles