Evo Morales señaló a Santa Cruz como el enemigo a vencer en el 2006 y se dedicó durante todo su mandato a estigmatizar a su gente, a su modelo productivo, a sus empresarios, a sus líderes, a los que persiguió, asesinó y encarceló sin despertar mayor malestar en el resto del país, que en cierta forma, vitoreaba y en el mejor de los casos, premiaba con su silencio el ultraje a la región. Darle duro a los “cambas oligarcas, vendepatrias e imperialistas” le servía al cocalero para capitalizar su poder en el occidente boliviano.
Santa Cruz era en ese momento la antítesis del “proceso de cambio”, que prometía para todos los bolivianos una vida mejor que la de los cruceños, un modelo más abierto, más inclusivo, más ecológico y toda una serie de promesas que no se cumplieron en lo más mínimo, pues el MAS no sólo trajo más corrupción, más abusos y más de todo lo malo que supuestamente debía desterrar de la vieja república, sino que nos ha conducido a un sistema económico con menos producción, más informalidad y más destrucción del medio ambiente, lo que pone en riesgo la viabilidad y el futuro del país. Lo único que prospera bajo este régimen es la industria de la cocaína, lo demás se sostiene sobre una base muy frágil.
Cuando el país se dio cuenta de que Evo Morales era un mito, que su proyecto era una trampa y que todo lo que salía de su boca era fraude y mentira, fue Santa Cruz el que salió a enfrentarlo y a combatirlo, lucha que sumó a toda la nación. Si hoy todavía estamos libres de un sujeto tan nefasto como el mayor jefe de las mafias de Bolivia, es gracias a ese “enemigo” que nunca se arrodilló ante él.
Luis Arce quiere ir más lejos pese a que políticamente es un microbio en comparación con su jefazo. Es tan arrogante, que no sólo pretende arrinconar a Santa Cruz, sino que lo quiere ignorar, porque según él, esta región no cuenta en Bolivia, sus habitantes son extranjeros que deben abandonar el país. Ese mensaje, que ahora lo repiten todos los parásitos que lo rodean, lo viene propalando el irresponsable de David Choquehuanca desde hace años y obviamente, su objetivo es mantener vigente la idea del enemigo creado por el cocalero.
La cojudez de estos sujetos es tan grande que ni siquiera se dan cuenta que la política de destruir a Santa Cruz es suicida, elemento del que afortunadamente se han dado cuenta todos los bolivianos en estos días de paro. Son tan torpes, que no les entra en su cabeza que la prohibición de las exportaciones, por ejemplo, no perjudica únicamente a los odiados cambas, sino a los aymaras, quechuas y personas de todas las latitudes que han venido a estas tierras a convertirse en propietarios, en empresarios, en productores, algo que nunca sucederá en la Bolivia que impulsa el MAS.
Las movilizaciones de 2019 sirvieron para demostrar que Santa Cruz está con la democracia y el paro cívico de las últimas semanas ha dejado en claro el enorme papel que cumple esta región para la supervivencia del país. La más reciente lección del “enemigo” es que Bolivia tendrá que cambiar su modelo de estado si no quiere desaparecer. ppDrtv
Fuente: Eduardo Bowles