La guerra del Plan Tres Mil

La guerra del MAS, del gobierno, del centralismo, del “proceso de cambio” o como quiera llamarlo, está concentrada en este momento en el Plan Tres Mil, supuestamente uno de los sectores más deprimidos de Santa Cruz, habitado por los más pobres, los sectores populares, los inmigrantes y todo lo que pretende encarnar el régimen gobernante.

Todos los días se produce una guerra en esa zona, habitada por más de 300 mil personas. Cada día hay ataques despiadados contra los pobladores de la ciudadela, que presuntamente es o debiera ser un bastión indiscutible del MAS, precisamente porque representa todo lo que ellos enarbolan y que constituye la antítesis la Santa Cruz “oligarca” que buscan combatir. El Plan es, presuntamente, el vivo ejemplo de las contradicciones del modelo cruceño, “excluyente”, “racista”, “mezquino”, etc.

Pero hasta el momento, el MAS no ha ganado ni una sola de las batallas libradas en el Plan Tres Mil, pese a que tiene de su lado a la Policía. No ha conseguido establecer un dominio en la zona, no ha logrado doblegar a los “pequeños grupos” “a los pocos pobladores” que “actúan movidos por la derecha, por los cívicos y clases dominantes cruceñas”.



En todo este tiempo y en ninguno de los conflictos que ha tenido con Santa Cruz, el MAS se ha estrellado contra los ricos. No ha iniciado ninguna guerra en los barrios habitados por los poderosos, por los “que se creen dueños del territorio”, por los “extranjeros”, los “opresores” y bla, bla. Se empeña tozudamente en ganar en el Plan Tres Mil ¿por qué?

En primer lugar porque el Plan no es del MAS y no es de nadie. Los lugareños defienden su trabajo, su modo de vida, sus negocios y el progreso que han conseguido desde que aquel paraje no era más que un descampado, un lugar donde el estado jamás apareció para darles nada. Santa Cruz les dio la oportunidad de surgir y nada más, de trabajar en paz y de aportar al desarrollo del resto de la ciudad y de la región. ¿Qué les ha regalado el MAS? Habría que preguntarles a ellos y cuestionarlos por qué pelean tanto contra alguien que dice haber cambiado radicalmente su situación o pretende hacerlo.

En segundo lugar, los que atacan el Plan Tres Mil, además de los policías, son pandilleros a sueldo, gente ligada a grupos delincuenciales, individuos que le hacen mucho daño al barrio y que contribuyen a estigmatizarlo con características que hace mucho han desaparecido de la ciudadela, donde viven trabajadores, artesanos, pequeños y grandes empresarios, emprendedores, comerciantes, profesionales que han logrado mejorar sus vidas con esfuerzo propio, sin la interferencia de actores que sólo buscan ponerlos al servicio de sus intereses políticos.

El Plan Tres Mil representa el fracaso del MAS, que ni siquiera ha podido lograr la aceptación y la hegemonía en un lugar que debería recibir con los brazos abiertos a un gobierno que defiende a los más pobres. Es tal la impotencia del gobierno por no poder tener al menos un oasis, un sitio para mostrar sus logros, para poner en evidencia el paraíso que prometió, que hasta contrata a un delincuente y le da trabajo en un ministerio para que se convierta en el mariscal de la conquista del glorioso Plan. ppDrtv

Fuente: Eduardo Bowles