La mentira plurinacional

No tiene que ver con la denominación del Modelo de Estado. El ejemplo más claro es Rusia. Desde la perspectiva de su Colonialismo, da exactamente lo mismo que el gobierno, sea de Nicolás II, de Stalin o de Putin. No importa que se vista de Monarquía, de Comunismo o de Sufragio Universal; en definitiva, lo que se busca es consolidar y ampliar la hegemonía estatal rusa a costa de otras naciones, como lo ha demostrado cada Régimen a su turno. La gramática política no alcanza para disfrazar esta gimnasia flagrante, que se practica con cinismo a través de la Historia, ya sea con el Ejército blanco, con el Ejército rojo o con el Ejército que, en el episodio de hoy, bombardea Ucrania.

Pero es sólo un ejemplo. No es una característica exclusiva del nacionalismo estatal ruso. Lo confirma la idea de “espacio vital”, postulada en forma aún más descarnada por Hitler, a la hora de invocar su mitología oficial del pueblo alemán, en abierto desmedro de los pueblos del resto del mundo…

En todo caso, es innegable que el imperialismo ruso tiene más vigencia que el colonialismo nazi, porque es justo reconocer que ha sido más solapado a la hora de reinventarse, saltando, en el curso de un siglo, del zarismo medieval al engendro soviético, para derivar en un fantoche liberal; en síntesis, las acrobacias ideológicas son distintas, sin embargo, el nacionalismo estatal es el mismo…



Pero es solo un ejemplo. En la vereda, donde el liberalismo no es un fantoche, el nacionalismo también es rico en paradojas; así, en el Reino Unido, el chauvinismo de Estado inglés, que ha prevalecido a la hora de retirar al país de la Unión Europea, ahora no sabe cómo enfrentar la nueva escalada nacionalista de Escocia y de Irlanda del Norte, que ven en el despropósito de Inglaterra una inmejorable oportunidad para desvirtuar el colonialismo estatal…

Pero son sólo ejemplos de renombre mundial. En cada sucursal burocrática del planeta se respiran megalomanías de Estado que, en su respectiva escala de imprudencia, obedecen a visiones que tienen alguna mitología nacionalista, más allá de que se maquillen, invariablemente, con etiquetas “plurinacionales”. Para confirmarlo en una página, no tiene desperdicio el Preámbulo de la Nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, que sustituye el equilibrio Histórico por el delirio Colonialista. Es la versión propia de la idea de “espacio vital”, aún por encima de una identidad vernácula. Su rasgo psicológico más característico es descalificar al que piensa distinto con el sambenito de “fascista”.

Fuente: Roberto Barbery Anaya.