Los planes le salieron mal a Evo Morales en las últimas elecciones. Puso a un candidato que menospreciaba para que pierda. Quería que sea anécdota, no Presidente… Nunca imaginó que sus opositores fracasarían al extremo de hacer que gane en Primera Vuelta…
Su objetivo principal era que sus adversarios constituyan un gobierno débil con un solo opositor: él. Desde esa cómoda situación (no necesitaba ni retornar de Argentina), convertiría al país en un Infierno con más círculos que el de Dante, para que dure como máximo un año que no sea bisiesto…
Y colorín colorado.
Me miraron como a un lunático cuando lo dije. La hipótesis más difundida era que Arce sería una marioneta, como si existiera en el universo un hombre tan humilde que llegue al Trono a gobernar para otro – la materia pertenece al análisis psicológico, no a la especulación política…
Entonces vino el Plan B. Ahora Morales no podía asomar la nariz de opositor desde el día uno. Tenía que guardar las apariencias. Aunque estaba muy rencoroso, claro… El resultado de las elecciones insinuaba que no solo podía sobrar en el país, sino ¡en el mismísimo Instrumento Político! Era demasiada herida narcisista – la materia pertenece al análisis psicológico, no a la especulación política…
El Plan B de Morales durante este tiempo ha sido ir fracturando de manera cada vez más indisimulada a su Partido, ante la evidencia de que Arce no llegó a la Presidencia para gobernar por encargo, sino para sí mismo – lo que incluye el riesgo de que Morales no sea candidato del MAS en las siguientes elecciones (“¡Traición!”)
Pero ya han pasado más de dos años. Es el momento de implementar abiertamente la segunda parte del Plan B, sin falsos escrúpulos… ¿En qué consiste? Bueno, es tan previsible como todo lo anterior… Hay que volver al Plan A, como si Arce no hubiera existido nunca (otra vez la psicología), convirtiéndose en el único opositor… Para eso hay que vincular en el imaginario político al Presidente con “la derecha fascista, imperialista, capitalista y… ¡croaceñista!” La Tesis, valga la redundancia, es volver al Plan A, ¡al plan original!: es decir, convertir al país en un Infierno con más círculos que el de Dante, para que el gobierno dure como máximo un año que no sea bisiesto…
Lo sabe el Presidente. Quizá por eso apunta a otro lado.
Fuente: Roberto Barbery Anaya.