Todos coinciden que el proyecto político del MAS ha fracasado y pese a que algunos se hacen llamar “renovadores” dentro del partido, está claro que no existe la más mínima intención de salvar el “proceso de cambio”. La idea es seguir en la deriva destructiva del país a través de un plan netamente criminal dedicado al saqueo y la consolidación de una narco-dictadura.
El MAS se está desintegrando como organización política y lo que queda es una fuerza alentada desde el crimen organizado para adueñarse del país y someter a los bolivianos a la lógica de los cárteles de la droga que, en efecto, son capaces de generar ingentes cantidades de recursos, pero jamás podrán suplantar a la economía legal. Si fuera cierto que el narcotráfico es una alternativa viable, El Chapare, Los Yungas, Yapacaní, San Julián y otros bastiones en los que impera la droga tendrían que ser grandes emporios de progreso y hoy no estuviéramos discutiendo acerca del valor que tiene Santa Cruz como principal sostén de la nación.
Por eso mismo es que el MAS está empeñado en ejercer su dominio sobre el departamento, ya no con fines políticos, sino militares. El control de la región es indispensable para la prosperidad del otro plan geoestratégico diseñado por las mafias internacionales que tienen tomados vastos territorios de América Latina, donde impera la violencia y el delito y donde se han profundizado las desigualdades en forma de desplazamientos forzados, aniquilación de comunidades campesinas, degradación del medio ambiente y, por supuesto, mucho más hambre y pobreza. Si hay una actividad que se rige por el capitalismo salvaje es el crimen, que destruye la libertad y que no permite el ascenso social, pues todo se lo llevan los grandes capos, que usan el falso asistencialismo como coraza de protección de sus actividades.
En el mundo hay varios ejemplos, como Afganistán, Somalia, El Salvador, el norte de México, Venezuela y algunas partes de Colombia, que sucumbieron ante el crimen y el resultado social y económico ha sido nefasto. Los políticos que promueven este paso están conscientes de que su proyecto es empobrecedor y hasta lo reconocen públicamente como lo han hecho el mexicano López Obrador, el colombiano Petro y Hugo Chávez, quienes cínicamente admiten que es mejor mantener pobre a la gente para que sigan votando por ellos.
En Bolivia estamos en una encrucijada y lamentablemente no hay mucho tiempo para pensarlo. Estamos frente a una dicotomía, o sobrevive el MAS con su proyecto destructivo y muere Santa Cruz como motor de la supervivencia nacional o los bolivianos tomamos conciencia del peligro en el que nos encontramos y decidimos actuar en consecuencia. Salvar a Santa Cruz es salvar a Bolivia.
Eduardo Bowles
Fuente: Eduardo Bowles