EL
PRÍNCIPE
FEO…
– Haga un obra para niños y yo se la pido para mis alumnos.
-me dijo una maestra.
Así fue la cosa.
Esa obra existe, y miles de niños ya la leyeron. Pero tiene una historia.
Verán.
Mis hijas me llaman Cacho, solo ellas.
Y todo por un payasada que se me ocurrió una mañana, pero esa es otra historia.
La cosa es que…
– Cacho, ¿juguemos algo?
-me dijo una tarde Mila, una de las hermosas veinticuatro nietas que tengo, o sea, las bendi de mis hijos e hijas.
– ¿Que jugamos?
-preguntó la niña.
– Juguemos, imaginemos que yo soy un príncipe, y que voy a…
-dije yo.
– ¡Pero eres un Príncipe Feo!
-contestó la peladinga con una carcajada.
A propósito, salió más loca que yo.
– Siii, soy el príncipe feo, que se va a llevar a una niña y luego…
-respondí yo, poniendo una cara más fea que la cara fea habitual, y ella escapó con esa risa unica que tienen los niños y yo la seguía…
Mucho rato después de acabado el juego, y mientras comíamos algo, la pequeña Mila dijo:
– Cacho, ¿me podés escribir un libro para mi?, ¿el cuento de El Príncipe Feo?
– Solo si vos me ayudás…
-le respondí hecho el opa.
– Ya, ¡yo te ayudo!
-respondió más rápido que un QR municipal.
Elay…
La peladinga, esa que es más loca que yo, le pidió papel y lápiz de colores a su mamá y se puso a dibujar lo que luego sería la portada del libro.
¡Y lo hizo!
Fue conmovedor verla tan concentrada dibujando, con sus seis años encima.
Al rato…
Conversamos y ella me detallaba cosas del Príncipe, y me habló de un mundo llamado Maidakú…
Ya en la noche, pensaba yo en todo eso y la idea final tomó forma.
Y entonces imaginé a muchos niños leyendo el Príncipe Feo, aprendiendo valores, riendo o llorando con su aventuras.
Y ahí supe con certeza.
El Príncipe feo les hablaría a los niños de la importancia del saludo, del respeto a los mayores, de la honestidad.
También el Príncipe feo les hablaría de los antivalores como la deslealtad, la mentira, o la envidia…
En fin…
Valores para niños a través de un cuento o novela corta para ellos, pensada en ellos.
Y bueno.
Comencé a escribir.
Varios meses después, y cuando describía el final del libro tuve una crisis de llanto que me duró algunas semanas, fue cuando pude sentír el dolor que el Príncipe feo sentía.
El dolor por ver un mundo injusto donde la mentira se impone, un mundo donde los sabios deben callar para que el ignorante no le pegue o se enoje…
Un mundo donde los niños pagan por los pecados de los adultos.
Y lloré mucho.
Y así.
Mi hija me contó hace días que esa peladinga, esa que es más loca que yo, la misma que diseñó la portada del libro, le dice a quien la quiera escuchar con esa inocencia que solo las almas blancas tienen. .
– «Mi abuelo es famoso y muy loco y yo le ayudé a escribir un libro llamado el Príncipe Feo…»
Se siente raro y hermoso a la vez.
Y listo, así fue.
Y aquí ando.
Esperando la nueva edición del Príncipe Feo que aún está en los talleres gráficos de la imprenta Rosa Betania.
Ya tengo cientos de pedidos y ojalá que siga alumbrando el camino de algún niño que lo pueda leer…
El ESCRIBIDOR.
Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR