Volver a la Universidad Privada de Santa Cruz (UPSA), para mí, es recordar aquella generación de jóvenes abogados que impulsamos la Facultad de Derecho, con Alejandro Colanzi, como Jefe de Carrera, y con José Antonio de Chazal, como Rector.
La UPSA es una universidad impresionante. Su infraestructura no tiene nada que envidiar a otras universidades del país y del exterior. En todo caso, lo más valioso es su plantel académico, a la cabeza de una Rectora: Lauren Müller de Pacheco.
Entre las evidencias notables de la calidad de sus profesionales, se encuentra Enrique Fernández García. Lo que le debe esta ciudad a ese vecino singular, que recién cumplió cuarenta años de vida, no es poco. Sin la intención de ser exhaustivo, resulta inevitable citar: 1) PERCONTARI, la primera revista de análisis filosófico de Santa Cruz. 2) Colegio Abierto de Filosofía, un ágora inédito en nuestro medio para la exposición y el debate de ideas. 3) Sociedad Abierta, un proyecto televisivo para continuar sagas que no se perdieron en la mezquindad de lo cotidiano. 4) La hora liberal, un espacio radial para defender convicciones y argumentos, a contrapelo de un escenario que reincide en la consigna totalitaria y la respuesta instintiva. 5) Libros de autoría compartida sobre temas de interés no coyuntural, como aquel que escribimos sobre la Revolución Rusa. 6) Cátedra Libre Manfredo Kempff Mercado, un ámbito para recrear el pensamiento local, nacional y universal…
Mi eterno retorno a la UPSA, esta vez, con una ponencia sobre el valor filosófico de la literatura de Borges, se da, precisamente, en el marco de la Cátedra Libre Manfredo Kempff Mercado, a la que asisten personas de todas partes, además de alumnos entusiastas de la universidad, que lo hacen voluntariamente, sin ninguna obligación curricular. Es mi nuevo aporte indiscreto a la generosidad inagotable de Enrique. Un penúltimo tributo a nuestra condición de extranjeros en el mundo…
Fuente: Roberto Barbery Anaya.