EN EL
DÍA
DEL
NIÑO…
Una noche de 2012…
Chilcheaba y volvía a casa, después de un día malo, un día en el que no vendí un solo Tiquiminiqui.
Esperaba el micro algo triste y eran casi las diez de la noche.
Ahí sucedió.
Él se me acercó.
No tenía más de siete años , algo cabezón y mirada triste. Tenía una camiseta roja con el ratón Miguelito en el pecho.
– Hola niño, ¿que haces por aquí solo y a esta hora?
-le dije.
– No estoy sólo, tengo la mejor compañía: La mía.
-me dijo el peladingo.
Lo miré confundido y se dio cuenta.
– No me mire así, usted sabe que nos conocemos.
-dijo.
Pestañee dos veces seguidingas.
– Eso les pasa a ustedes los adultos, no nos toman en cuenta, creen que no sabemos nada por ser niños…
Yo estaba estupefacto.
– Los adultos dicen que somos el futuro, un futuro que ustedes destruyen…
– ¿Como sabes eso, ¿quien sos? -le dije algo asustado.
– Los adultos nos abusan, nos ignoran, creen que por que nos dan de comer o vestir ya cumplieron. -continuó diciendo.
Miré hacia todos lados, el micro no venía y el pelau me miraba fijo.
– Los niños no deberíamos trabajar, todo tiene su tiempo, pero eso es algo que los adultos no comprenden.
– ¿Se acuerda cuando su madre lo mandó a vender un perfume en Cochabamba? -dijo taladrandome con su mirada triste.
Quedé más frío que la lluvia, eso fue cuando yo tenía ocho años.
– Los adultos envidian, nosotros no, los adultos mienten y nos enseñan a mentir… – Los adultos hablan mal de la gente, nosotros no…
– ¿Cómo sabés de mi? -dije como opa.
– Nos conocemos, soy un niño índigo, igual que usted, aunque nunca lo supo.
-respondió el chico.
– Los adultos hablan de Dios, pero actúan como el Diablo, los adultos aman sus iglesias, pero ignoran sus enseñanzas, predican sólo de boca, sus actos no dicen lo mismo…
¡No podía creer lo que escuchaba en boca de ese niño!
– Los adultos son los únicos en la especie animal que golpean a sus hijos y a sus parejas…
– Los adultos se quejan de lo mal que va el mundo, un mundo malo que ellos construyeron y nos lo dejan a nosotros como herencia.
– Se quejan de nosotros los niños, pero la vida sería mejor si los adultos pensarán con la sabiduría simple de nosotros.
-dijo el pelau.
…Vi que venía un micro y era el mío, le hice señas y antes que se detenga le dije al chico raro:
– Me tengo que ir niño, ¿que vas a hacer?
– Vaya tranquilo, nos vemos en nueve años
-fue su extraña respuesta.
El micro se detuvo, subí, saludé al chofer y pagué; luego miré por la ventana buscando al niño raro y ya no estaba.
Sentí miedo.
Nueve años después…
Esta mañana, en el Día del Niño y en plena pandemia, me levanté pensando hacer un homenaje para mis niños ya viejos.
Quería hacer un collage de fotos antiguas y buscando hallé el álbum de recuerdos de mamá.
Sonreía mirando y entonces vi la foto.
…Y ahí estaba mi hermana, mi madre y yo; tenía entonces siete años y vestía una polerita roja, con el ratón Miguelito en el pecho en una vieja foto tomada en Cochabamba, la mañana que salí a vender un perfume…
EL ESCRIBIDOR
Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR