“La idea de la Eternidad tiene dos gerencias: el Estado y la Iglesia. Las dos sucursales están repletas de expectativa. Nótese que, como es previsible, lo que se busca es gobernar en forma vitalicia.”
Esa frase resume la Ponencia de José María Barbieri para aspirar a ser Miembro de Número del Capítulo Andino de Utopías.
No me llamó la atención el rechazo unánime a su postulación. Lo que me intrigó fue su inocultable satisfacción.
Comparto nuestro diálogo.
(Yo) Pensé que le perturbaría la poca receptividad con su trabajo…
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(José María) No, es parte de la visión totalitaria que tienen en común frailes y comunistas – no hay que olvidar que Stalin fue primero seminarista y después estalinista…
Además, creo en lo que dijo Marx…
(Yo) ¿Qué dijo?
(José María) “Yo jamás pertenecería a un club en el que se acepten a socios como yo”.
(Yo) ¿Eso dijo Carlos Marx?
(José María) Claro que no. Groucho Marx…
Yo) Ah… Ya veo… Usted no predica la Eternidad…
(José María) Ni en la tierra ni en otra parte. Resulta inconcebible para la piedad de la inteligencia humana, ¿no? Como diría Borges, la idea provoca “más horror intelectual que miedo sensible”.
En síntesis, pienso que hay que defender el derecho a votar y a morir en forma transparente, sin subterfugios políticos ni metafísicos.
(Yo) ¿Ni siquiera metafísicos?
(José María) La Eternidad solo se puede concebir como un estado de disolución en lo Absoluto o de hastío del tiempo. Si en ese estado conservamos alguna consciencia singular, lo más probable es que seamos parte de un sindicato de almas que pugnan por reconquistar la mortalidad.
#Borges
#josémaríabarbieri
Fuente: Roberto Barbery Anaya.

