LA CAMISA DE MINCHO… Hace mucho, en esas épocas de las sentadas en la esquina con guita…

LA
CAMISA
DE
MINCHO…

Hace mucho, en esas épocas de las sentadas en la esquina con guitarras y amigos, conocí a un pelau qué siempre estaba ocupado.
Le decíamos Mincho.
Trabajaba de día y estudiaba en la noche.
Era normal verlo con alguno de sus hermanos durante el día, conduciendo el «carrito a caballo» donde hacían servicio de pequeñas mudanzas, o llevaban lejos alguna basura y escombros.
Por la noche, Mincho estudiaba en el nocturno de Villa Fátima, zona este, pasando el tercer anillo.
Buen pelau Mincho.
Y así…
Andando el tiempo, lo veía haciendo sus primeras armas junto al profesor Ruben Saldaña y Gonzalo Valenzuela.
¡Que capos eran esos dos!
– «Traiga su toco y encienda su charuto…», solía decir el profe.
Tiempo después…
Mincho ya trabajaba con el gran Papi Nurmberg, en Gol y Facetas Deportivas.
Pocas veces nos veíamos, pero las veces que eso ocurría, Mincho seguía siendo el mismo, al menos conmigo.
Años después recaló en Unitel.
Y con su leyenda aparecieron sus frases:
– «Si esa pelota entraba, era gol».
Es una de las más célebres.
– «¿Puedo tocar?»
-es otra.
Pero hay cosas, aspectos del ser humano que la gente no conoce.
Y es que mucho antes…
Antes de la tele.
Organizamos una velada, en homenaje al día de la madre. Fue a una cuadra de la casa de Mincho, en el colegio Nueva Rioja nocturno, donde era maestra la señora Elva, justamente la señora madre de Papi Nurmberg.
Mi profe, la primera persona que me dijo:
– » Siga adelante, usted tiene mucho talento»
Esas palabras me hicieron saber que podía ser bueno para algo.
Gracias eternas profe Elva.
Bueno, la cosa fue así…
Yo era el presentador de la velada, con poco más de diecisiete años de vida. Primera vez que agarraba un micrófono, primera vez que me paraba frente a un público.
Pero había un problema.
Yo no tenía una camisa más o menos pasable para estar en el «escenario», un escenario que era una cosa armada con turriles y una lona vieja encima.
Entonces sucedió…
Apareció Mincho y la camisa blanca que me trajo, la prenda que sacó a escondidas de su casa, la camisa que era una de las muy pocas que él tenía.
Me la dio para que me vea más o menos elegante, en medio de nuestras mutuas limitaciones.
Nunca la quiso de vuelta y de hecho, con esa camisa desfilé en mi graduación de bachiller pocos meses después.
Con los años, las veces que nos vimos le decía «aún tengo tu camisa» y Mincho se reía diciendo:
– «Cuidamela»
Pero él tiempo pasa, la vida es como es y cada uno sigue sus sueños y caminos.
Mientras él empezaba con el profe Saldaña ahí en la Bolívar, yo arrancaba en la radio y siempre era una alegría vernos, aunque sea un ratito.
Con los años, en las pocas veces que fui a Unitel, fue grato darnos un abrazo con Mincho.
Y así…
Hoy me llegó un mensaje, y el mensaje decía que la salud de Mincho está muy deteriorada.
Lo busqué, pero amigos del canal señalan qué ya no trabaja en Unitel.
Le envié un mensaje, pero sin respuesta.
Por eso…
Les pido una oración por la salud de una excelente persona y gran ser humano. Tal vez no le haga falta, y es muy posible que ya esté bien o mejor.
Eso quisiera creer.
No importa.
Nunca está demás.
Una oración por mi amigo.
Mi amigo Mincho.
En fin.
Es posible que ustedes no tengan idea quien es Mincho, pero si les digo Fermín Zabala sabrán de quien se trata.
Espero que puedan comprender la idea, con un corazón abierto al bien.
Por mi parte, hoy trataré de contactarlo de nuevo, buscaré al chico que me dio su camisa, en la época cuando yo no tenia una para ponerme.

El ESCRIBIDOR.



Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR