Puedo imaginar que Dante, en algún momento, se debatió entre escribir un pastiche religioso o un manifiesto anarquista, rozando así el misterio de adelantarse varios siglos a Bakunin; afortunadamente se decidió por su «Comedia»…
Mi conjetura, a todas luces escandalosa, busca fundarse piadosamente en el siguiente razonamiento: casi ningún especialista pone en duda la «buena fe» (eso quiere decir la fe religiosa) de Dante, que habría buscado con sus alegorías consolidar la pedagogía escolástica del gremio medieval (¿tautología?)… Sin embargo, por otra parte, su clara incomodidad ante el destino infernal de los filósofos y de los poetas de la antigüedad clásica, o su admiración por el indisciplinado Ulises, que es condenado por navegar en los mares prohibidos del hemisferio austral, o su tristeza rebelde por la desaparición de Virgilio en la puerta del Paraíso, o la beatificación sin concesiones de su musa personalísima, nos hacen pensar en un genio algo travieso y disruptivo…
También suena un poco raro el título de la obra.
Fuente: Roberto Barbery Anaya.