La muerte cultural de Ulises

Quiero imaginarme «culturalmente» a Ulises antes de la Comedia.

No me refiero, desde luego, al Ulises original, al de la Odisea, que está destinado a ser un referente imprescindible del análisis filosófico en todas las épocas, sobre todo en su vertiente existencial, por esa condición singular para resumir la grandeza y la debilidad del ser humano, sin desmedro de sus esquinas fabulosas, que inclusive pueden divertir a los niños.

Me refiero al Ulises de púlpito en la Edad Media. Al que podía estar en boca de curas parecidos a los que dieron a elegir a Galileo entre purificarse en las hogueras de la Santa Inquisición o renunciar a la teoría de que la tierra no es el centro del universo.



El tema me inquieta cuando advierto las ambivalencias de Dante. Resulta evidente que se veía como candidato a arder en la elocuencia del fuego.

Sin embargo, su invencible genio se dio modos para dejar sutilmente planteada la protesta. Así, los filósofos y los poetas de la antigüedad precristiana, están en el Infierno de la Comedia, para no perturbar la misericordia religiosa, pero en un “Noble Castillo”, que está en el limbo, y que se encuentra separado de la infesta general.

El caso es que con Ulises, muy a pesar suyo, no consiguió ser tan caritativo. Lo puso en los últimos círculos del Infierno, aunque no pudo evitar «la tentación» de detenerse a conversar con él – a través de Virgilio, claro, porque no sabía griego (después de la Torre de Babel, es previsible que no haya un idioma único ni siquiera en las alegorías)

El problema sin atenuantes del Ulises de Dante es que se atrevió a navegar por mares desconocidos de la piedad religiosa – los que corresponderían ahora al atlántico sur…

En otros términos, su inagotable sed de saber no tuvo en cuenta la metáfora del Árbol del Conocimiento – que, por lo demás, no habría sido tan accesible para su época, según el propio Virgilio, cuando guía a un Dante maravillado en su encuentro con poetas como Homero…

La versión dantesca de Ulises cuenta que sus ojos vieron inclusive la montaña del Purgatorio – dice que en ese momento su barco dio tres volteretas y a la cuarta se hundió para siempre…

La Proclama a su agotada tripulación para hacer el último viaje es otra travesura perfecta de Dante. Está en el Canto Vigésimo Sexto del Infierno, es su muerte cultural, es preciosa y dice así:

“Considerad cuál es vuestra progenie: / hechos no estáis para vivir como brutos, / más para conseguir virtud y ciencia.”

Fuente: Roberto Barbery Anaya.