(El retorno a la Edad Media)

Me quedé irritado. Con la sospecha de que José María Barbieri me tomó por tonto en el breve diálogo anterior. Esta vez lo abordé sin rodeos inútiles y con ironía burocrática.

(Yo) Así que usted postula la novedad antigua de que todo se reduce a la percepción…
(José María) No sé. Postular cualquier cosa es demasiado impersonal. Eso está bien para el Obispo Berkeley. Yo siento que mi final está cerca y que las agujas del reloj avanzan lento.
(Yo) Entonces no es indiferente…
(José María) – Bueno, es una utopía personal…
(Yo) Entonces no le importa La Justicia…
(José María)- Me asilo caminando ausente. Dicen que afuera de mí, trama sin descanso el aullido rencoroso de La Justicia, cómplice de todo, menos de la indiferencia…
(Yo) Por eso es tan poco accesible…
(José María) Tengo mi versión propia de la sabiduría…
(Yo) ¿Así? ¿Cuál es?
(José María) No hay que leer lo que los demás no leen, no hay que hablar de corrido y no hay que escribir sin errores ortográficos. El único racismo moral es el que se practica contra los soberbios. Es la forma natural que tiene la sociedad de protegerse. “El grupo” siempre encuentra la manera de hacer que los soberbios paguen caro.
(Yo) Entonces por eso es taciturno…
(José María) Tengo la impresión de que mi forma de hablar me delata. Tiene su origen indisimulable en el proceso de Ilustración en crisis – es “sobrecultivada”, para decirlo en los términos seculares de Barthes… Ahora me oriento a la misantropía, pero no por horror al vulgo, sino a mí mismo. Me reprocho también mi inadecuación a las modas, a los retornos circulares… Parece que me falta “resiliencia”
(Yo) Entonces es tan soberbio que ve riesgos para usted…
(José María) Yo diría que creo en la capacidad social para volver aún más a la Edad Media.




Fuente: Roberto Barbery Anaya.