El animal psicológico

En una conversación inolvidable, Sabato le dice a Borges que los pensadores clásicos más emblemáticos sobreestimaron la inteligencia en menoscabo de la emoción.

Le pedí a José María Barbieri su criterio. El diálogo, igual que otras veces, tuvo esquinas insospechadas…

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(Yo) ¿Usted también opina que la inteligencia ha sido sobrevalorada?



(José María) Sí, por una distorsión clara: la vanidad de la filosofía ha descuidado la hegemonía de la psicología. Pero lo cierto es que el ser humano necesita creer más que argumentar…

(Yo) ¿No importa “la verdad”?

(José María) Bueno, aún más allá de la dificultad de plantear en forma absoluta alguna “verdad”, al ser humano no le interesa el rigor, tan frío, sino la fe, tan candente… No importa que la fe se deposite en una utopía terrenal o en un paraíso celestial; la actitud religiosa es la misma. A la psicología del creyente no le preocupa la consistencia de lo que propone, sino la terquedad de su dogma – además, en ello radica su “virtud”: en insistir por encima de toda evidencia, ¿no?

(Yo) ¿También en los asuntos del Estado?

(José María) También. Es otra manera de ser religioso. El propio Lenin lo reconoció cuando dijo con ironía profética: “Si los principios geométricos contravinieran los deseos de los hombres habría quien los refutase” Por eso dirigió una “Revolución Socialista” en un Imperio que no cumplía los principios marxistas…

(Yo) Entonces, ¿el hombre no es un animal racional?

(José María) Bueno, aunque nos hayan enseñado esa fórmula desde la escuela, el ser humano es un animal psicológico; eso quiere decir que es más emocional que intelectual. En otros términos, que no tiene pudor ni escrúpulo a la hora de ignorar todo aquello que va en contra de lo que quiere creer…

(Yo) ¿Y en qué queda “el conocimiento”?

(José María) Es bienvenido en la medida que no estorbe a la fe, como lo enseñó de manera elocuente la Santa Inquisición… No hay que olvidar que el hombre sobrevive más por lo que ignora que por lo que sabe. Diría que padece una suerte de ignorancia vital – y casi toda “prueba” es a costa suya…

(Yo) ¿Puede explicarse mejor?

(José María) Veamos si puede ayudar el siguiente pasaje de Cioran:
“Hoy el problema del conocimiento ha pasado a ser accesorio; lo que está en primer plano es la forma de abordar la vida, la cuestión de cómo se puede soportarla. A fin de cuentas, sólo conozco dos grandes problemas: cómo soportar la vida y cómo soportarse a sí mismo. No hay misiones más difíciles. No hay respuestas definitivas para lograr realizarlas. Simplemente cada cual debe resolver al menos parcialmente esos problemas por sí mismo.”

(Yo) Nuestra especie vive de muletas psicológicas, no de verdades filosóficas…

(José María) La expulsión del animal inteligente en el Edén, es más una ironía psicológica que una fábula religiosa: se reza para recuperar la cautela de no preguntar…

Fuente: Roberto Barbery Anaya.