Nuestras losetas

La primera loseta de Santa Cruz fue colocada en septiembre de 1966 por el médico y dirigente cívico cruceño Melchor Pinto Parada, un símbolo de la lucha ciudadana de finales de los años 50 que marcó el inicio de una nueva en el departamento.

Esa loseta fue la señal del triunfo de una generación de guerreros que se enfrentaron contra el poderoso centralismo, demandando el cumplimiento de una ley que buscaba una mayor democratización de la administración de los recursos del estado, cuando el androcentrismo paceño acaparaba todo y mantenía al resto del país sumido en el olvido y la pobreza.

Pese a que Santa Cruz ya era una potencia agropecuaria y el mayor productor de hidrocarburos de Bolivia, no tenía servicios básicos y sus calles, llenas de arena y charcos, sólo eran aptas para la circulación de carretones, hecho que sucede todavía hoy, 56 años después, en la gran mayoría de los municipios del país, pues el centralismo sigue siendo la marca del atraso de los bolivianos.



Santa Cruz, al igual que todas las regiones, comenzaron a recibir el 11 por ciento de las regalías petroleras y con ese dinero, una bicoca en comparación de lo que genera actualmente la explotación del gas, cambió la historia de esa pequeña aldea, que se convirtió en una potencia económica y urbanística nacional, hasta erigirse como la locomotora de la nación fracasada y lóbrega que administran los dueños de la Plaza Murillo.

Esos hombres y mujeres no sólo actuaron con sabiduría, ética y voluntad de servicio a la comunidad, sino que construyeron un ideario colectivo de progreso y libertad que constantemente ha interpelado al modelo estatal andino que insiste en conducir a Bolivia por el sendero de la derrota.

Por esa visión y ese empuje que ha logrado el bienestar de millones de compatriotas de todas las latitudes, Santa Cruz se ha ganado el odio de los que dirigen en estado, acusaciones, persecución y todo tipo de descalificativos que no han hecho mella en el espíritu combativo que nos dejaron como legado los luchadores del once por ciento, sino todo lo contrario, pues existe el convencimiento de que la pelea no es por una élite, no es por un sector y ni siquiera por los que habitan esta tierra, sino por todos los bolivianos. El objetivo es mayor democratización y una distribución más equilibrada de los fondos públicos, dos beneficios que alcanzan a los 12 millones de habitantes.

En este momento, Santa Cruz se encuentra en un momento crucial de su historia y su lucha, pues la meta del centralismo disfrazado de estado plurinacional, es darle a Santa Cruz el tiro de gracia, para destruir la región, para que se acabe la irreverencia con el androcentrismo, para que no quede ningún testimonio de que el éxito se puede lograr de otra forma, para que no existan vestigios de libertad en ningún rincón del país y todo el territorio quede a expensas de las mafias políticas que controlan el poder formal. Johnny Fernández pertenece a esa organización criminal y su gesto de retirar las losetas es algo más que simbólico. ppDrtv

Fuente: Eduardo Bowles