Boquerón escribía 90 años atrás la gloria y la misera de la guerra

La Batalla de Boquerón fue una de las más importantes y cruentas combatidas durante la Guerra del Chaco. Foto:ABI.

Boquerón escribía 90 años atrás la gloria y la misera de la guerra

La Paz, 25 de septiembre de 2022 (ABI). Al despuntar el alba, agazapados y escondidos en las serranías, los zorros aúllan sin cesar y despiertan a los soldados de la tropa que aún están con vida y que enfilan sus armas al otro extremo del campo de batalla.

Entre tanto, los soldados paraguayos, entre la bruma y la densa vegetación que impera en la región, se esfuerzan por imitar a ese animal como señal para sus comunicaciones.



Al coronel Manuel Marzana el sonido insistente y molesto le ha traído a la mente un mal presentimiento, pero la artillería enemiga que concentra su fuego sobre el fortín Boquerón al que ha defendido por 22 días le devuelve a la dura realidad.

En las trincheras, sus hombres, agazapados como fieras tras su presa, aguardan y esperan. Sin munición, agua y alimentos, la espera parece estar encaminada a una muerte inútil.

Ese día, 28 de septiembre de 1932, el comando paraguayo, según las crónicas del coronel Carlos Fernández, insistió en el propósito de dar término, a la brevedad posible, al asedio de Boquerón, sin reparar ya en las pérdidas. El agua se agotaba y el abastecimiento más próximo estaba a 50 kilómetros de distancia.

El coronel Marzana lo sabía, nadie más que él para darse cuenta de la situación. El día de la batalla final había sido definido.

El comando le había ordenado —de acuerdo con la entrevista concedida por Marzana a El Diario en 1975— esperar tres a cuatro días más la llegada de la Octava División como refuerzo.

«El alimento moral bien puede compensar las privaciones físicas», le dijeron.

El presidente Daniel Salamanca fue más severo en sus instrucciones: «Comunique al comandante del destacamento, coronel Manuel Marzana, que en ningún caso, bajo ningún pretexto, el fortín Boquerón debe ser abandonado, manteniéndose las tropas hasta perder al último soldado».

En el campo de batalla, regados en el suelo, yacían decenas de muertos y heridos que no podían ser retirados, mientras otros agonizaban de hambre y sed.

«La enorme desigualdad numérica de fuerzas nos expondrá al deshonor y la vergüenza, tendremos que resignarnos a perderlo todo. Me atengo a la opinión imparcial del mundo entero que ha contemplado esta batalla, tan desigual como estúpida», escribió Marzana en sus memorias.

A pesar de las circunstancias dramáticas de esos aciagos momentos, no primaba el deseo de querer vivir, sino de vencer a toda costa.

La Batalla de Boquerón fue una de las más importantes y cruentas combatidas durante la Guerra del Chaco (1932 – 1935) entre Bolivia y Paraguay.

Durante 23 días, los Regimientos Campos de La Paz y el 14° de Infantería de Oruro, con aproximadamente 600 hombres, al mando del teniente coronel Manuel Marzana, rechazaron los repetidos ataques del ejército paraguayo que intentaba ocupar el Fortín, cercado por más de 18.000 soldados al mando del entonces coronel José Félix Estigarribia.

El ejército boliviano rompió tres veces el cerco paraguayo, en uno de ellos se logró ingresar comida para los hambrientos soldados, que aumentaron hasta 619.

Los nuevos combatientes eran efectivos del Regimiento Sexto de Caballería de Oruro, comandados por el legendario Germán Busch Becerra; el Destacamento Peñaranda compuesto por una compañía del Regimiento Lanza de La Paz y una compañía del Regimiento Campero de Chuquisaca.

El combate dejó un saldo de más de 5.000 muertos del lado paraguayo y cerca de 150 hombres del boliviano.

La defensa de Boquerón fue alabada por el poeta Julio Díaz Arguedas, como una de las acciones militares más heroicas de la historia de la humanidad.

La Bandera Nacional que flameó en el Fortín de Boquerón durante 23 días fue protegida celosamente por los combatientes bolivianos, tanto es así que hasta hoy no se reveló nada sobre su paradero; sin embargo, otra tricolor de guerra fue preservada, se salvó de ser descubierta y hoy se la puede ver en el Museo de Historia Militar de la Paz.

La Guerra del Chaco se extendió por tres años desde que bolivianos y paraguayos dispararon las primeras balas en el caserío denominado Masamaclay, en el camino Villamontes a Boyuibe, que en lengua indígena chaqueña significa “lugar donde pelearon dos hermanos”.

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Fuente: ABI