Fin del Estado

…sin perder el aire taciturno, inclinó apenas la cabeza por encima de la almohada que dormía a su lado, y miró como si estuviera en un sueño a los hombres de uniforme que rodeaban su cama… Parece que confirmó en esos rostros casi exánimes, la falta de un matiz que sirva para distinguir uno de otro – puede que ese efecto visual le haya parecido aún más irrefutable por el carácter anónimo de la ropa que vestían, ciertamente…

Entonces, sin devaluar su tono de voz con ningún énfasis, dijo así: “No tiene el menor sentido prolongar esta liturgia política, que se repite sin descanso a través de los siglos; sólo diré en mi descargo, que el Estado que ustedes representan, también ha sido desenmascarado por la Historia como una mera convención para sostener un grotesco colectivo, lo que le resta todo valor moral. De todas formas, me apresuro en reconocer que la brutalidad es inmortal.”

Un culatazo lo levantó de la cama.




Fuente: Roberto Barbery Anaya.