Me llamo Amples Regiani y llevo 7 días sin TikTok.

No, a la diferencia de lo que muchos puedan pensar no lo hice por mi privacidad. No seamos ingenuos, charlo con Alexa, uso wearables, compro en línea, uso otras redes sociales y tengo un gato. Mi privacidad y espacio personal dejaron de existir hace mucho.

El gran problema de TikTok para mi es que su mecanismo de funcionamiento y algoritmos son demasiado buenos una vez los entrenaste lo suficiente. Eso quiere decir que a la diferencia de Facebook o Instagram donde tengo que me mandar muchas buenas scrolleadas para ver algo de mi interés, en TikTok más del 90% del contenido me engancha.

Y ahí es donde me tomó un poquito de tiempo entender que había caído en una trampa. Como el contenido que veía no era entretenimiento y aprendía cosas de Marketing, análisis de negocios y del mercado, recibía recomendaciones de libros o cortes de podcasts, TikTok logró convencerme de que el tiempo que pasaba en la red no era un desperdicio. Aún cuando el mismo ya no me dejaba tiempo de poner en práctica lo que supuestamente estaba aprendiendo. Nunca lograba ver el podcast completo o sentarme a leer uno de los 400 libros que me recomendó.



TikTok se volvió la forma más fácil de lograr sentirme productivo, mientras en realidad es un arma de distracción masivo.

Arma de distracción masiva – A.I

El atajo perfecto: El esfuerzo era mínimo a cambio de todo lo que estaba aprendiendo. Pero nada más lejos de la realidad, solo me estaba zombificando en modo automático mientras lograba engañarme de que no estaba desperdiciando mi tiempo.

Pensando sobre el tema, tratando de entender cómo funciona ahora creo que una de las razones por las cuáles esto pasa es simplemente porque consumimos el contenido tan rápido, uno tras otro que no somos capaces de absorberlo. Cuando uno lee, ve un podcast completo, un documental, pasa clases o hasta mismo charlar con un amigo las cosas pasan a una velocidad que te permiten absorberlas, procesarlas, cuestionarlas, asimilarlas o hasta mismo anotarlas en un pedazo de papel.

Si leer un libro o charlar sobre algo con un amigo se parece más a tomarse una tasa de café sin azúcar, lo que TikTok logra ser una línea de cocaína. Y no lo digo como erudito o en un sentimiento de superioridad cultural, siquiera me gusta leer. Lo hago por necesidad. Pero cualquier persona que haya usado TikTok lo suficiente sabe que su placer no se compara a ver una película o escuchar música.

El problema es que como no hay vicio barato, acá pagas con dos de las cosas que considero más valiosas: Tu tiempo y tu capacidad de atención.

Mientras que una hora de lectura puede hacerse eterna, dos horas en Tiktok se te pasan en un pestañear de ojos. Como si la aleatoriedad de la recompensa de descubrir un video de tu interés desconectara la parte del cerebro que percibe el paso del tiempo. Por el otro lado, el tiempo consumido no es todo, aún está que en el proceso destruyes tu capacidad de concentrarse en algo, la vida afuera del app se hace más lenta y escuchar los audios de Whatsapp en 1x ya no es una opción.

De hecho, pagarías por tener una versión que los aceleren a 5x ya que ahora tienes menos tiempo disponible y la capacidad de atención de un simio.

”Ahh Amples pero las otras redes también son malas…”

100% de acuerdo, pero por suerte también son malas desde el aspecto técnico. Ya nadie aguanta estar una hora en Facebook viendo la gente quejarse o en Instagram viéndolas mentir con sus filtros y mostrando cosas que se endeudaron para comprar.

El Discovery es mil veces más interesante que el Share. Además, estamos todos de acuerdo en que hay vicios y vicios. No es lo mismo que te guste pelear con desconocidos en la sesión de comentarios de Facebook que vender la tele de tu abuela para comprarse metanfetamina.

Bueno, más allá de lo duro que esté siendo esta semana y que siquiera puedo prometerles por cuanto tiempo más seguiré sobrio, lo único que les puedo decir es que si aún no están en TikTok no bajen el app ni para probarlo. Los que están metidos a fondo en esto no hay nada que recomendarles, sé que ni llegaron hasta acá al final. Mucho texto.

Fuente: Amples Regiani – Pensamientos iniciales