EN BOLIVIA NO HAY POLÍTICOS. … solo gente que vive de la política. En política todo se…

EN BOLIVIA
NO HAY
POLÍTICOS.
… solo gente que
vive de la política.

En política todo se sabe.
Mañana, pasado, o en cincuenta años, todo se sabe.
Les cuento…
Yo vi llegar la democracia.
Era pelau, la tarde que Hernán Siles Suazo entró aplaudido al Congreso Nacional el 82′
Lo aplaudían.
Y nadie se acordaba de la matanza de Terebinto, ni del dolor y luto que ocasionó su gobierno.
Víctor Paz instauró persecuciones y campos de tortura.
Pero al tiempo ya nadie se acordaba y de nuevo lo elegían.
Clásico en Bolivia.
La gente olvida rápido.
Y es que en los hechos, los que viven de la política boliviana son iguales, o al menos parecidos.
De ellos vi y escuché las promesas que nunca cumplen, más los robos y abusos evidentes que siempre niegan…
¡Son tan predecibles!
Son candidatos a algo, o ejercen alguna función pública y cambian.
Y en esto, la sociedad tiene mucha culpa.
La gente los agranda, les hace la venia.
Y ellos aman eso.
La gente les sube el ego, la prensa los eleva hasta la nubes.
Y ellos asumen que son la máxima eminencia.
La gente olvida que el presidente, ministros, senadores diputados, alcaldes, concejales, gobernadores o asambleístas y todo michi funcionario público gana y vive del dinero que la sociedad en su conjunto genera.
Son simples empleados públicos.
Se les paga para que administren el país que es de todos.
Pero…
Hay que verlos…
Creen ser graciosos, se visten raro, dicen tonterías y son incultos hasta la pared del frente, en su gran mayoría.
Ni siquiera son políticos de carrera.
Ni soñar con que sean estadistas.
Solo vean el nivel de embajadores que nos representa.
Muchos de los que viven de la política en Bolivia son profesionales de algún área, otros, la gran mayoría apenas acabó la escuela.
En el otro gajo se cuelgan los sindicalistas, esos que dicen representar a los trabajadores, y son los que hace mucho ni trabajan.
Y lo más pintoresco.
No se requiere título profesional para ser Presidente de Bolivia.
Y en cuanto a sus funciones…
Los que viven de la política boliviana negocian.
Aquí entra en escena el diezmo, aunque ni pisan la iglesia.
A ellos no les importa el bien común.
Primero está el interés personal y el del partido que ahí los puso.
Y si tienen que transar con el enemigo lo hacen, porque el control del poder es lo primero.
Hay excepciones.
Pero a esos honestos el resto los margina.
Créanme.
El sistema corrupto siempre se impone.
Por eso…
Por eso no comulgo con ninguno.
¿Aplaudir sus obras?
¿Como puej?, ¡pa eso se les paga!
Pa eso están ahí.
En serio…
Detesto a los de izquierda, me revientan los de derecha, me fastidian los demagogos, me enervan los sofistas, me fastidian los oportunistas, me generan asco los populistas.
Y ahora hay una nueva especie:
Los payasos.
Sin tratar de ofender, al noble arte de hacer reír.
Nunca les pedí una pega, jamas les haré una reverencia, me dan risa sus limitaciones culturales y me indigna el cinismo con que mienten.
Y bueno…
Eso me permite hablar y escribir lo que pienso, porque compromisos con alguno no tengo y solo exijo que cumplan dignamente sus funciones.
Pero ya se…
¡Nunca lo harán!
Verán…
Desde que tengo uso de razón los vi aprovecharse del poder, vi como se hacían ricos en la gestión pública y me asombró ver que las críticas y acusaciones no los inmuta.
Pero…
¿Hay gente peor que ellos?
Claro, es fácil identificarlos.
Son aquellos que les rinden pleitesía, esos que los apoyan y defienden sin cuestionar nada, aún sabiendo lo que son y lo que hacen.
¡Roba, pero hace obras!, suelen decir con frecuencia.
En ese listado se hallan los necesitados que venden sus principios por una pega, los limitados culturales que una y otra vez les creen y los insoportables que se pelean con familiares y amigos defendiendo a su corrupto favorito.
En ese aspecto, los que viven de la política en Bolivia y sus hinchas se parecen al país. Un país que siglo tras siglo sigue igual, un país que tiene la gente que tiene y esa gente tiene el gobierno que elige.

Recibiendo el destino que se merece.



EL ESCRIBIDOR

Fuente: Párraga Jose – El ESCRIBIDOR