UN POQUITO DE COMPASIÓN PARA UNA MUJER DEDICADA AL SERVICIO PÚBLICO

Confieso que me ha dolido muchísimo ver la súplica pública de la Dra. Eidy Roca, exministra de salud, porque se que su pedido llega ante la impotencia de enfrentar con dignidad y valentía a un sistema inhumano. Pero al margen de los males de la justicia y el odio entre adversarios políticos, hay una vida que está en riesgo. Todo debiera tener un limite, hasta en la guerra se hace tregua o corredores humanitarios para salvar vidas, desgraciadamente la política en nuestro país está peor que la guerra, que no conoce de límites, derechos ni humanidad.

Conocí a la Dra. Roca, siendo ministra, en un momento delicado, donde todo era incertidumbre, desasosiego y dolor por el estrago que hacía el COVID. Tuve la suerte de coordinar con ella la apertura extraordinaria del Hospital de Montero (su tierra natal), y todo lo que no se había podido avanzar con sus predecesores, logramos hacerlo con ella en una semana. Recuerdo sus llamadas a tardes horas de la noche o por la madrugada, para comentarme las dificultades administrativas o trabas burocráticas, pero siempre amable y con una alternativa de solución. Estos días, a través de sus amigos de ruta, que luchan junto a ella, me interioricé sobre su trayectoria, toda una vida dedicada al servicio público, de extraordinaria formación como salubrista pública, experta en redes primarias del sistema sanitario, docente en universidades públicas y privadas del país y conferencista internacional en cuestiones de salud pública, entre otras habilidades. Su humildad y discreción la mantuvieron alejada del foco publico, o su carácter bondadoso, de concentrarse en lo verdadera importante, servir, transformar, hacer y construir.

Por respeto a ella y su familia no hablaré de su enfermedad, es público que tiene una enfermedad degenerativa y su propio estado físico demuestra su deterioro, aunque su mente sigue brillante. Simplemente trato, desde el ejercicio de mi ciudadanía, de aportar a la verdad, esperando un pizca de justicia y compasión para ella, para que las autoridades judiciales y políticas, le permitan salir al exterior a buscar un tratamiento que le es imprescindible para mejorar sus condiciones de vida y devolverle un poquito de tranquilidad, que es lo mínimo que merece una mujer de enorme servicio al país.



Fuente: Vladimir Peña